
Correa en el paso de su caravana por Tungurahua, no se quedó sin su merecido reclamo por la subida de precios y la inflación, entonces en Píllaro su acostumbrada y vulgar sonrisa fue apagada por los gritos e insultos de un grupo de vendedores presididos por una mujer, que justamente le reprochaban por su malísima labor en el gobierno, y por su incapacidad de contener los precios de los productos en el mercado.
Mientras que él con su habitual mala costumbre de insultar a las personas hizo un ademán en su oreja para definir que aquellas personas estaban locas (¿será locas de hambre?); lástima tener por presidente a un tipo que a pretexto de Majestad Presidencial ni siquiera tiene la cortesía de escuchar al pueblo y no sólo eso, sino que lo ofende y acto seguido huye cobardemente, al menos no se atrevió a meter preso a nadie.
La gente ya no se deja engañar.
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