domingo, 10 de agosto de 2008

El Hermafrodita de Caron Delet


No puedo referenciar lugar alguno, por que hay cosas que deben dormir el eterno misterio, pero si de definir se trata, la tarea se vuelve más complicada, por que la incapacidad de aquello, no necesariamente radica en su humilde servidor que hace todo el esfuerzo que el moderado entendimiento, que le ha sido asignado por el creador, le permite, si no que el protagonista de esta historia cree por demás inconveniente hacerlo, puesto que aquello podría ser el inicio de la liquidación de su fama y fortuna; y respetando aquella cómoda conveniencia y con el afán de no causar perjuicio alguno en la ahora ya medrada simpatía que este tiene, evito hacerlo; sin embargo en su entorno más inmediato se puede observar a un sin número de especies que se suponían ya extinguidas en la arena mundial, primero siempre presente esta Dios, no por propia convicción, más bien por necesidad juvenil de ser parte de algo, necesidad de pertenencia; luego, él se acoge al beneplácito de su gran benefactor y de lo poco que se ha sabido se puede deducir que es un avivato más de esos que aparecen en la América de Bolívar usan y prostituyen el nombre de este gran Libertador solo con afanes personales y si por esas cosas de la vida confluye ha este tiempo un alto valor por el combustible que da la energía a su viperina lengua, que se escucha tan lejos a pretensión de querer hacer callar a voces en otras latitudes. Se observa también al cómico que luego de haber dado lectura a uno y mil libros de esos de autoayuda, encuentra que su única posibilidad de destacar es el hacer de su desgracia física una virtud, en evitar el contemplarla y orientar la criticidad de los que le circunden hacia la buena, mala o poco creativa experiencia humorística, y aquello sería hasta encomiable si luego de que por desgracia o por necesidad su receptor trague tan sencillo anzuelo, lo toma y no lo suelta hasta que haya acabado de testimoniar ese gran resentimiento que ha tomado un curso conducido hacia una historieta que empieza en Rusia sigue por Cuba, pasa por Venezuela y llega a Ecuador , además de que no aporta cambio, renovación o evolución alguna, sino que únicamente es la repetición de una lección mal aprendida, por que imposible será aprenderla en el paraninfo de la burguesía y sin embargo se viene escuchando desde hace ya más de un cuarto de siglo. Luego se puede notar al oportunista que busca donde colocarse y lo encuentra, que carece de filosofía por lo tanto cualquiera que tuviere a mano resulta adecuada y valorada al momento, hombre que se había inventado un jubileo, pero no en la clásica forma de perdón otorgado por el Papa, sino en atención a lo que creía era una forma de comportamiento vital; por donde el vaya por lo tanto encontraráse siempre gente que sale y entra, entra el que es necesitado, entra el que va a ser utilizado y sale el que ya es desdichado y el que alevoso e ingrato se ha comportado. Otro que con inmoral pena se declaro por mucho justipreciador del correcto proceso, del valor humano y del respeto al prójimo; hasta tener ganada la simpatía de algunos ingenuos luego de lo cual se olvido por completo de la mística que se supone lo marcaba, a pretexto de tener ahora la vara, que no se sabe si lo define como un loco o como un maestresala. Y se podría gastar varios pliegos más en tratar de evidenciar el entorno de este nuestro protagonista pero realmente aquello no cambia la veracidad de la historia.
De los archivos y autores que sobre esta historia han escrito, no hay quién se ponga de acuerdo en el nombre, incluso revisando los famosos “documentos oficiales” no existe concordancia, unos lo llaman Rafael Palacio Delgado, otros lo llaman Alfredo Correa, hay quien le da por nombre Rafael Bandolera o Bandolero y Alfredo Degato, los más atrevidos dicen que fue Palacio el nombre del hermafrodita, que sin saber si quiera que estaba ya preñado, en un extraño desatino copado de ira y cólera por su incapacidad para sobrellevar las responsabilidades, que de manera adulterada y llena de falsificaciones había usurpado, en una noche sin luna, -por que esos malos presagios para una nación sólo pueden ser en oscuridad absoluta- cuando empezaba a sentir un dolor semejante al que produce la mortecina al ser ingerida, una tortura que solo hacía suponer que en su interior había algo podrido que tiene que ser expulsado con la mayor premura, hace que Palacio sea el dulce mentor, padre, madre y alcahuete; quien sin haber formado por completo a la podredumbre que tenía en su interior la vomita salvajemente y horrorizado viendo el contenido de sus entrañas, un aborto que no se podía llamar si quiera humano, de menguado talento, que por acertado que sea el sustantivo que se use para definirlo este quedaría corto; era pues el aborto una cosa larga como una viga, con una panza tan grande que semejaba la gravidez incestuosa, tripa alimentada con afrecho de ese que se usa para el ganado de engorde, eso sí ojos de guambra vivo, que digo vivo, vivísimo, jeta que a gracia de algún santo tiene la mayor parte del tiempo de salida una culebra y veinte sapos, y otra y veinte más, si fuera necesario, por que de lo contrario alcanzaría este tragadero para comernos a todos, por lo que se dice que es preferible que este aborto insulte, ofenda, repruebe, de manera tal que todo ese flujo que tiene de salida le impida tragarse al estado; las zancas, dios bendito existirá zapatero que pueda cubrir de cuero esos enormes monstruos que él mismo no atina si llamarlos pies, sugirió alguien cuando lo vio que se mandará a hacer los escarpines de este engendro con uno de esos artesanos que calzan “payasos” y aunque usted no lo crea de toda su vida este aberrante ser se mantiene en los zapatos de un payaso.
Pero regresando un poco, los mas atinados autores cuentan que a modo de burla e ironía, el cura que estaba a cargo de ofrecerlo al señor le llamo: Beto Narciso Delgado Correa, Beto por subjetiva semejanza con un personaje que existió paralelo, encarnado en una mujer que llena de maquillaje consigue hacerse conocer como Betty la fea, pero hay otra versión muy difundida también, que pone en evidencia que en un mal manejo de ira, el protagonista erró en llamar a una mujer de inmejorable talento, desempeño y predisposición “gordita horrorosa”; luego Narciso, como que la burla anterior no era suficiente, si no que era necesario enmarcarlo en dos apelativos distantes, pero nuestro protagonista no se acomplejo, lleno estaba ya de los complejos de adoctrinamiento Machista Leninista, y no cabía uno más, pero ¡extraño!, agarrado de este su segundo nombre desarrollo una vanidad que es comparable sólo con la de una vedette, una actriz, una diva del cine o televisión,… continuará

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